lunes, 18 de agosto de 2008

Cómo hablar con los hijos sobre las drogas


La información es una estrategia fundamental en la prevención del consumo de drogas. Es importante hablar con los hijos y fomentar la comunicación y el diálogo, ya que todas ellas son armas preventivas con un valor fundamental para la toma de decisiones.

Pero la información por sí sola, siendo un instrumento necesario e importante al servicio de la prevención, no es suficiente, ni siquiera constituye la base fundamental de la actuación de padres y madres. Para que una información concreta influya en un comportamiento, ésta debe englobarse en un proceso activo de aprendizaje. Hay que reforzarla desarrollando en nuestros hijos actitudes críticas respecto a los consumos; haciéndoles pensar más que diciéndoles lo que seguramente ya conocen; fomentando su capacidad de decidir y de valorar los riesgos que conlleva el uso de las drogas.
Ejemplos:

¿me divierto más cuando bebo?
¿por qué asociamos el alcohol a la diversión?
¿por qué se fuma aún sabiendo que es malo?
¿me gustaría que mi hermano pequeño tomase pastillas?

Este objetivo sólo es posible si...

Existe un clima familiar adecuado que facilite una comunicación abierta, bilateral y sincera y que invite a consultar dudas y exponer experiencias sobre éste y otros temas. Si no hablamos con nuestros hijos habitualmente, si no les conocemos, si no tenemos espacios para la convivencia, si censuramos pensamientos y temas, es difícil poder abordar esta materia con naturalidad.

Los padres mantenemos nuestra capacidad de influencia, lo cual se consigue respetando las opiniones ajenas y ofreciendo una información válida y veraz. Tenemos que escuchar atenta y respetuosamente las opiniones de nuestros hijos, lo que no significa que aceptemos dichas opiniones.

Los padres nos sentimos seguros. Para ello tenemos que estar informados sobre las nociones básicas de las drogas y sus consumos, sin que esto signifique que debamos ser expertos en la materia. Podemos admitir el desconocimiento sobre alguna cuestión, proponiendo la búsqueda conjunta de información sin perder seguridad en nosotros mismos.

Evitamos los interrogatorios, a favor de un diálogo bilateral. Para ello conviene rechazar las preguntas cerradas (¿quién?,¿a qué hora?, ¿cuánto?,...) y optar por preguntas que inciten a la reflexión (¿cómo te sientes?, ¿qué pensaste en ese momento?, ¿cuál es tu opinión?,...). Junto a estas preguntas intercambiar informaciones, comentarios y opiniones personales.

Para informar a nuestros hijos sobre las drogas debemos tener en cuenta quién informa, cuándo, a quién y cómo:

¿Quién informa?

La persona debe ser cercana y creíble. Con capacidad de influencia sobre la persona. Capaz de hablar con naturalidad y sin ceremonias.
Alguien que pueda utilizar su lenguaje y tener presentes sus preocupaciones, necesidades y deseos.

¿Cómo hablar sobre las drogas en función de la edad?

Fundamentalmente, ante la demanda explícita por su parte o cuando intuyamos que tienen interés por conocer. También podemos aprovechar momentos propicios para una intervención (programa de TV, situación de consumo en la calle,…). Ahora bien, conviene evitar lanzar mensajes de forma continuada e indiscriminada ya que los mensajes repetitivos pierden eficacia.

Cuando los hijos son pequeños pero ya están en Primaria, es normal que nazca el interés por las drogas socialmente aceptadas, sobre todo, el alcohol y el tabaco. Es un momento en el que no procede informar sobre otras sustancias a no ser que la situación lo requiera.

Lo importante es responder siempre ante sus demandas. Los padres debemos mostrar una total disponibilidad para atender cualquier pregunta o cuestión y no rechazarlas incluso en situaciones comprometidas. Siempre que sea posible, hay que elegir momentos adecuados, sin tensiones ni interrupciones.

Cuando son adolescentes o jóvenes, es conveniente dialogar sobre las drogas, sus efectos, los motivos por los que la gente los consume,... de forma natural y continuada en las relaciones cotidianas. No intentar agotar el tema en un solo día. En este momento , ya se pueden abordar las otras sustancias, siempre y cuando hayamos detectado la necesidad de saber o le sean cercanas.

¿Cómo hablamos de drogas? ¿Con qué tipo de mensajes?

• Mostrando una actitud clara y firme de rechazo al consumo, especialmente en menores de edad.
• Adecuando los contenidos a la edad, la madurez, la capacidad de comprensión, la experiencia previa, las expectativas y las circunstancias concretas de la persona que demanda la información.
• Respetando sus puntos de partida: para que resulte válida la información, debemos partir de lo que ellos conocen, de su experiencia, de sus ideas erróneas (que manejan como ciertas), de lo que quieren saber y de su percepción personal del tema.
• Con información objetiva, veraz y realista. Evitando dramatizar, amenazar o exagerar sobre los efectos de las sustancias. Tampoco es conveniente banalizar los consumos o ciertas formas de los mismos.
• Dando la información ajustada, no más de la necesaria.
• Destacando las ventajas del no consumo frente a enfatizar los inconvenientes del consumo.
• Usando mensajes cortos, sencillos y claros, que incluyan ejemplos cercanos al estilo de vida familiar. Evitando mostrar situaciones extremas y poco comunes para enfatizar los riesgos del consumo.
• Utilizando un lenguaje sencillo , sin tecnicismos, ni palabras de argot .

La influencia de las pautas familiares en los primeros consumos

La familia, por su carácter educativo y preventivo, tiene una responsabilidad respecto a sus hábitos de consumo de drogas, ya que ofrece un modelo a imitar y un aprendizaje que puede determinar el inicio de ciertos consumos. No se trata de eliminar completamente el uso de drogas legales en la familia, ya que convivimos con ellas. Se trata, más bien, de analizar estas situaciones y ejercer algún control sobre ellas.

Claves preventivas en los hábitos de consumo familiar:

1. Regular el hábito delante de los hijos: consumo moderado, responsable y respetuoso.
2. Evitar normalizar consumos y respetar la ley (que los menores no compren alcohol).
3. Reducir riesgos cuando se consume (comer algo cuando se bebe).
4. Reconocer que puede dañarte el consumo. Evitar argumentos de tipo “me hace falta”, “de algo hay que morir”, “no soy persona si no me lo tomo”,...
5. Evitar por completo consumos de alcohol y tabaco en situaciones de riesgo .
6. No ofrecer alcohol a pequeños aunque se esté en una celebración.
7. Mantener el botiquín poco accesible, bien cerrado y al día.
8. Evitar la automedicación, trasmitiendo prudencia en el consumo de medicinas y respeto al criterio médico.
Fuente: Intercampus

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